LA HISTORIA
TESTIGOS DEL PASADO
Las iglesias de Chiloé son el resultado de un sincretismo cultural único, que se produce del rico intercambio entre españoles y pueblos originarios.
Este sincretismo tiene sus raíces en un proceso histórico llamado Misión circular, que se desarrolló durante la Colonia, entre los siglos XVII y XVIII, y que fue implementado primero por los jesuitas y luego por los franciscanos para la evangelización del archipiélago.
Esta misión consistía en un recorrido anual por parte de los sacerdotes, que partían desde la ciudad de Castro cuando el clima era propicio. Navegaban en dalcas de madera enfrentando las duras condiciones climáticas de la región. Durante estas visitas, los misioneros organizaban a las comunidades indígenas alrededor de una iglesia central, que se convertía en el punto focal de la vida religiosa, social y cultural.
Estas iglesias se erigían en sitios costeros que ya tenían una importancia ritual y social para los pueblos originarios, tanto canoeros como huilliches. Dado que las visitas de los misioneros eran esporádicas, una vez que se establecían comunidades de creyentes en los distintos sectores, se designaba a personas locales para cuidar las iglesias y prestar servicios religiosos básicos. Así nacieron los patrones de iglesia y los fiscales, que perduran hasta hoy.
Ya en el período Republicano, durante los siglos XIX y principios del XX, se continuó con la construcción de estos templos, siguiendo el mismo modelo arquitectónico.
Las iglesias que se pueden visitar en la actualidad son generalmente construcciones posteriores a las originales. Las primeras capillas, así como muchas de las que les sucedieron, sufrieron la destrucción causada por incendios o por las adversidades del clima.